No pretendo ser tu dueño,
no soy nada yo no tengo vanidad
de mi vida doy lo bueno,
soy tan pobre... ¿que otra cosa puedo dar?
Aunque tal derecho no existe, e incluso podría calificarlo de un privilegio de aquellos que pueden o resisten, en mi caso es, más bien, la obligación de obstinarse. Simplemente tomo prestada una frase de Tristram que siempre me ha dado fuerzas.
Porque si no me obstino, una persona inocente acabará en la indigencia, sin vivienda ni medios de vida. Y yo jamás podría mirarme a la cara si hago algo así.
Otros lo harían sin problemas. Yo no puedo. No puedo y no puedo. Me está destruyendo vivo. Está impidiendo mis posibilidades de realizarme. Está exasperando a mi entorno que no para de presionarme por todos los lados. Pero si lo hiciera, me destruiría definitivamente. Necesito la esperanza de poder exhibir un día mi heroísmo.
Sólo os suplico: dejadme vivir. Dejadme respirar. Ya sé que la mujer que me ama está desesperada y hasta los ovarios. Sé que otros me aprecian con el alma y están hartos de verme así. Otros se han rendido. Y otros/as, sencillamente son unos/as petardos insufribes que se dedican a arrastrar y a hacer orbitar a todo el mundo a su alrededor por su inmadurez, narcisisismo, irracionalidad e incapacidad de soportar el análisis de su conducta y he hecho muy bien en soltar ese lastre.
Dios mío, mi carga es horrible y pesada, dejadme vivir, os lo suplico. Vuestra actitud sólo empeora y exacerba mi angustia. Reprocharme el que no quiera que alguien vulnerable quede desamparado, es sencillamente una canallada y una situación que no deseo a nadie.
Sé que mi angustia es tal, que me pongo pesado. Se que recurro a alivios rechinantes. Por ahora, soy plenamente consciente de todo ello. Pero estoy del lado de la dignidad.
Procuraré no molestar demasiado, aunque dadas las circunstancias, no lo garantizo. Pero más allá de todo esto, me obstino y me obstino.
Ah, y pido perdon a Tristram por abusar de su frase. Pero ambos tenemos vocación de proteger, aunque tu ya has pagado largamente tu cuota de cuidados a dementes. Por favor, no te apagues, mi querido faro de Alejandría. Ahora es cuando necesito tu luz y tu consuelo más que nunca.
Todos los personajes de este blog son reales. Aquellos con los que interactúo ocasionalmente a nivel de blog y que son amigos míos, aparecen por su nombre real. Sin embargo otros están de algún modo mitificados, esencializados. Pretendo así establecer un diálogo más profundo e interior. Lo sorprendente es que en ocasiones acierto.
Tristram, como personas libres que somos, mándame una de esas sonristas tuyas desde el carro de la victoria, y permíteme abandonarte un instante para dirigirme a quien tú ya sabes:
Hola, preciosa. Estoy terminando este blog, aunque me cuesta.
Y lo estoy haciendo porque llegan las lluvias de otoño,
y nos darán oportundiad de pisar nuevos charcos.
Este bolero es para ti. A veces cierro los ojos
y me imagino bailándolo juntos.
Aunque no curioseo, dio la casualidad que lo hice y,
fíjate tú, los días anteriores soñé con ello.
Te debo mucho, muchísimo. No sabría como pagarlo, pero,
como le he dicho a la sabia Doctora Henar,
la concordancia es en ocasiones imposible.
Tal vez cuando cierre los ojos,
me imagine pegado a ti,
abrazado, tomándote la mano plegada sobre el pecho,
bailando muy lento, y cantando:
No pretendo ser tu dueño,
no soy nada yo no tengo vanidad
de mi vida doy lo bueno,
soy tan pobre... ¿que otra cosa puedo dar?
Perdóname. Estoy convencido que en el carro de la victoria, un par de figuras grises, que cantan en los crepúsculos, cuidarán de ti, muy lejos, pero muy cerca, mi hermosísima. Al menos, espero haberte enseñado a ser libre y no sufrir tanto por ello. Y... aquella sonrisa, hoy ya hace casi un año, la atesoro y la protejo...
1 comentario:
Como dice mi amado y adorado Ferlosio, la coherencia no es más que rima, está sobrevalorada
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