Llegó el tiempo del Calvados, de la culminación. Llegó el momento de embriagarse en ambrosías contenidas en los cráneos hueros del pasado. De disipar los miedos en la lenitud de tu hermosa piel, de la marina plenitud de tus ojos, de hundirme en la retorta de tu perfume y de tus labios. De aniquilarme en tan perfecta confusión y en la húmeda ilusión arpada de las sábanas.
Llegó el final de los días de lluvia y ahora sólo queda el acopio. Las hermanas arúspices han dictado su sabio consejo: héme aquí, rendido y tuyo, pereciendo en la luna de lobos, en la búsqueda y atesoramiento de cada uno de tus rasgos y movimientos, dibujando los meandros del Sena en la velocidad de mi pensamiento estremecido, en el perfecto acoplamiento y el calor de tus manos.
Para ti las noches de guitarra, no importa si es Lluis Llach o Bon Jovi, para tí el coro de ángeles en el Tiffany, para ti las interminables bromas.
Y si, Pachi, es cierto: Estoy, tal y como me notabas, lleno de vida. Por fin.
domingo, junio 07, 2009
Calvados
Publicado por Gustavocarra en 10:00 p. m. 0 comentarios
Etiquetas: Preparando la venida de Geshemel
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