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Denez Prigent y Lisa Gerrard: Gortoz a ran. Idioma:Bretón.
Hoy he asistido a una conferencia de George Smoot, premio Nobel de Física en 2006 por sus trabajos de investigación en la radiación de fondo de microondas del universo. Fue una conferencia bastante asequible y amena en la que no faltaron retazos de fino sentido del humor. Nada nuevo, salvo algunos audiovisuales animados en los que se evidenciaba la correspondencia de las anisotropías observadas en el fondo de microondas con la distribución de la materia ordinaria en el universo. Lo que me llamó la atención fue que la disposición de los objetos recuerda muchísimo a una red cortical de microfilamentos de actina hasta en detalles sorprendentes. El propio Smoot, consciente de ello hizo una observación al respecto. Inmediatamente se me disparó la imaginación, guiado por las palabras del conferenciante, buscando fenómenos de organización en fluídos que pudieran explicar ambos patrones. Smoot también especulaba con las interacciones dinámicas de cuerpos girando a través de gases y yo pensaba en regiones viscoelásticas al rededor de los puntos de contacto entre haces. Finalmente sacó una fotografía de uno de esos puntos de máxima densidad en la confluencia de filamentos cósmicos y Yo veía ancirinas, gelsolinas...
En fin, pura y dura metáfora. No debemos creer mucho en esto. Algunas nubes se parecen al mapa de Irlanda. Las metáforas son para disfrutarlas, no para creérselas. El arte es puro disfrute. Pero si que es cierto que uno elabora hipótesis tanto más potente cuanto mayor es la capacidad de pensar lateralmente y especular. La ley de la relatividad fue concebida imaginando que una persona estaba montada en un rayo de luz.
Las inhibiciones, aunque necesarias, no son buenas en el proceso de elaboración de hipótesis. Los teóricos más grandes han sido personas desaliñadas, multifacéticas, frecuentemente caóticas y totalmente independientes del efecto que causaban en su entorno. Después llega el momento del rigor, del absoluto, inmisericorde y terrorífico rigor. Tanto Darwin como Newton tuvieron sus trabajos, creados en la más saltarina y florida de las fases creativas en sus correspondientes cajones sin ver la luz durante más de una década, debido a la observación continua de los vacíos existentes y el pudor intelectual.
Es una constante, ambas fases están indisolublemente vinculadas, y noto esa misma circunstancia en mi mismo: la incapacidad de explicar a los demás aquello que has elaborado, la tensión del equilibrio entre tus necesidades creativas y las interacciones con los demás, la soledad y la necesidad, a veces frustrada, siempre frustrada, de recibir eco y apoyo. La imposibilidad de acoplar momentos. La gloria y la euforia de cuando se acoplan...
El trabajo científico no es muy diferente a buscar metáforas. Sólo que está sujeto al fastidio de su formalización. Parece que la burocracia de formalizar hace que pierda el lustre, es como enamorarse para pasar a la lista de la compra y la revisión de facturas: inevitablemente tu atención salta a otra cosa, y guardas en el cajón aquello que te pudo desde lo más profundo, hasta que un amigo te lo saca y pide que a toda prisa lo publiques por razón de la preeminencia, que maldita la necesidad que se tiene de eso.
Gracias, George.