No puedes detener a los jinetes
que se acercan vacíos y te rompen las puertas.
Van a venir. Ya están. Ya están tocando.
Ya están diciendo abran la puerta y ya la están rompiendo.
Alguien dijo: debe ser así.
Hemos hecho las puertas
que llaman a los jinetes.
Frank Abel Dopico.
Frank es uno de los mejores poetas cubanos de la generación de los 80. Tuve el inmenso placer de conocerle hace dos años y pasar unas cuantas noches con Él entre rapsodias y ron. Ayer conocí a un doctorando que estaba haciendo una tesis sobre Él y otros poetas de su generación. Hablamos de ese particular estado mental que es la redacción de una tesis. Y de repente me apeteció volver a visitar a Frank. Tal vez deba llevar una guitarra. Tal vez me convenza de que no es cierto aquello de Hölderlin de que lo hermoso no es más que el comienzo de lo terrible. Tal vez una leve ala que antaño me cubrió descienda desde Georg-August y me susurre: "per això, malgrat la boira, cal caminar". Tal vez me llegue una carta, me la entregue un cartero con ojos de gitano, alargando la mano mientras lo comprendo: serenidad.