Sea cual sea el resultado de lo que espero, este periplo ha concluido. Esta Semana Santa nació Geshemel. En el parto y posterior alumbramiento me ayudaron quienes siempre lo hicieron.
Heterónimos
Al igual que Fernando Pessoa, afirmo la pluralidad del yo. Somos un panteísmo bajo la mirada unificadora del uno inmóvil. Internet te permite hacer más clara esa pluralidad.
Lafargus
Fue el iniciador. Un poco revolucionario, experimentador, sus días pasaban sin mayor trascendencia y con gran reconocimiento de su entorno. Eran los días de la espectativa de destino. Quise hacer podcast. Quise hacer Moodle. Me metí en las nuevas plataformas de la información mientras completaba apaciblemente mi proyecto de biología del envejecimiento. Vivía con una persona a la que no amaba, que me cerraba, me oprimía, y vamos a decirlo sin ambajes: me maltrataba. Mientras recordaba los momentos en que mi vida fue arrasada por la pasión y la rebeldía. Lafargus dejó de cobrar sentido cuando obtuve mi destino definitivo, dejé de vivir con esa persona, mi director de tesis tuvo un infarto y falleció uno de mis mejores amigos, y desde luego, mi mejor interlocutor. Quedé en el más absoluto vacío.
Gustavocarra
Es mi nombre truncado. Mi nombre incompleto. Mi tránsito por el vacío, como cuando se va de Madrid a Alicante.
Gustavocarra es como el protagonista de la "perorata de un apestado" de Gesualdo Bufalino. Encontró asiento en espacios mínimos y aislados en busca de una casualidad salvadora, un "Clarence Wing".
Tras mi separación no tenía el más mínimo interés por tener una nueva relación. Ni siquiera por la vida social. Tras salir del trabajo anhelaba ir corriendo a mi habitación, de la que no salía. El verano de mi separación, Rafa, un amigo médico, al ver mi inapetencia en la seducción nocturna, me recomendó un perfil que yo aborrecía. Para responderle, le diseñé el mío propio, con pelos y señales. Un año después, por azares de la vida, ese perfil, con todos los detalles, hasta los más mínimos, apareció y para mi sorpresa se interesó por mi.
El acercamiento fue una catástrofe dolorosísima para mi. Plagada de tropiezos absurdos y una generación progresiva de grandes cantidades de ansiedad. Fui extraordinariamente honesto, hasta que me sentí nuevamente como caminando entre cáscaras de huevo. Decidí perder todo respeto para no perderme a mi mismo. Muchas ilusiones cayeron. No nos conocimos en el mejor momento, pero le agradezco que me haya sacado otro yo, con más esperanzas, aunque no creo que pueda olvidarlo jamás. Supongo que debemos extraer lecciones de la muerte de Lady Di y de mis propios errores y no creo que vuelva a tener pareja en mucho tiempo. Tal vez nunca más. Este blog concluye con gustavocarra.
Sin embargo, aún le quedan algunas cosas que terminar. Los artículos "Cilio" y "Actina". Después, desaparecerá de wikipedia. "Anticuerpo" y "Origen de la vida" sólo están al alcance de Geshemel.
Geshemel
Es sólido, inalcanzable, flemático y un tanto desdeñoso. Pero al mismo tiempo posee una gran humildad y capacidad de trabajo. Es sistemático y disciplinado. Lleva consigo grandes ambiciones y un gran afán de revancha. Ha salido de Clarence Wing y ahora vive en una casa ''renaissance'' donde recibe a grandes personalidades y despliega un gran optimismo ilustrado. Es como las lluvias de otoño. Ya ha hecho sus primeros experimentos. No necesita de emotividad aunque brinda generosamente su amistad. Vive una isonomía de valores plena y no tiene sexo. Es un angel.
Esto es el fin. El fin de un sueño. De un mal sueño.
Actualización: No. Retiro "requiem for a dream" y pongo "Chuva", de Mariza. Es muchísimo más adecuado. Es, realmente, el fin de la historia. ¡Quien lo iba a decir! ¡La historia de un fado!
lunes, abril 13, 2009
FIN DEL BLOG
Publicado por Gustavocarra en 10:31 p. m. 0 comentarios
Etiquetas: Requiem for a dream
domingo, abril 12, 2009
Geshemel
ὅτε οὖν ἔλαβεν τὸ ὄξος εἶπεν· τετέλεσται, καὶ κλίνας τὴν κεφαλὴν παρέδωκεν τὸ πνεῦμα
Juan, 19:30
La expresión "como en los viejos tiempos" adquirió anoche toda su dimensión. Cine francés, diversión loca y desinhibida, miradas de envidia de quienes nos rodeaban. Toda. En la infinidad de encuentros, mis viejos amigos, en especial un queridísimo médico que vive en Valencia, insistían en que yo no había cambiado nada. Se referían a nada desde el año 1995. Se referían a nada físicamente también. Yo le susurré al oído que lo que sucede es que tengo un retrato guardado en un baúl. También dijeron lo mismo de ella. Finalmente, cuando nos despedimos, me quedé con la inquietud de repetir un movimiento cíclico, y apareció una veta de tristeza en mi semblante.
Se va, pero aún nos queda tiempo para un café, para volar sobre la puerta de Brandeburgo y escrutar a quienes protegemos.
Soy Geshemel. Traigo la vida a las tierras áridas y sedientas. Canto en los crepúsculos junto a mis compañeros. Mi soplo es brusco, húmedo y desapacible, pero tras él brota la vida.
Definitivamente me mudo, de Clarence Wing a Leibnizhaus.
Publicado por Gustavocarra en 12:49 p. m. 0 comentarios
Etiquetas: Huestes celestiales
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