Y es que señores, anuncio públicamente que mi primer achaque ha aparecido. Tengo un problema de salud que se ha quedado conmigo, me debilita y me preocupa. Mi amiga Inma, que anda revoloteando por ahí, y a la cual no he mostrado excesiva locuacidad en los últimos días, me está diciendo que llevo muy mal los cuarenta tacos. Bueno, explico la broma: el viernes salí de farra con mis colegas de siempre, y la verdad es que me sorprendí hablando de achaques como los viejos... Oh, wait! Eso tal vez signifique que soy viejo... En cualquier caso, contemplé "mi primer achaque" como algo tan placentero como mis primeras otras veces, inconsciente de que se ha desatado una cadena de acontecimientos que me arrastrará indefectible e ineluctablemente a la tumba.
Desde el punto de vista científico, esto es un decir... Me refiero a la existencia de un abrupto onset de los achaques de la vejez. La cosa no es tan así: desde el mismo momento que el último cartílago epifisario se cierra, o en determinadas condiciones de forma anticipada, se van acumulando una serie de factores que, aunque son contenidos por la homeostasis interna, no dejan de jalonar el camino hacia el momento en que esa homeostasis se quiebra de forma seria. Hablamos de las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, que son la causa primaria de muerte.