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Cinco años de Don Quijote

Este blog, como su nombre indica, es el registro de un periplo personal, una bitácora.

Hace cinco años comencé una etapa diferente en mi vida, y me planteé llevar un registro. Precisamente porque se trata de un camino, todas las opiniones que vierto son provisionales, un intento de comprender y recapitular. También es un experimento literario. Algunas de las personas a las que me refiero son reales. Otras son en realidad una mezcla de referentes, de varias personas distintas que me permiten crear un arquetipo con el que dialogar. Es un poco como Pirandello y Unamuno.

Con ese velo puedo reconstruir mis momentos emocionales, aquello que me ha inspirado y preocupado durante estos cinco años y ponerlos en perspectiva. Creo que ha sido una experiencia muy bella, y la dejo aquí para disfrute de todos.

Hasta siempre.


martes, marzo 17, 2009

Los idiotas
Cantata de ocaso V

La cena de los idiotas, de Francis Veber.

Nota: Dado que el término idiota anda circulando por otros foros a los que me asomo, para evitar suspicacias aclaro que lo que aquí se trata nada tiene que ver con ellos ni con ninguno de los que participan, advirtiendo además de que lo empleo en un sentido muy distinto. Más bien se refiere al deseo afectado de "normalidad" de quien no lo es, unido a un cierto esnobismo.

Tras darle muchas vueltas a la cabeza, un día me incorporé de la cama tras una noche en la que no me había abrigado bien, y dios había desaparecido de ella. Sé con toda precisión el día que me hice ateo. Por entonces no había blogs, de manera que lo anoté en mi diario, escrito en un libro de contabilidad.

Hoy he vuelto a tener la misma sensación. Tras semiincorporarme, me vino un pensamiento diáfano, una respuesta a algo que me negaba a ver, a pesar de que estaba más claro que el agua. Resignado, pronuncié en mi mente las palabras tan largo tiempo temidas, pero absolutamente irrebatibles:
"Es idiota", me dije. En el sentido clásico griego de la palabra, en el sentido de la estupidez de alguien que se pierde eso, y en el sentido de los actos de compensación que cometen para disimular lo que no es sino una incapacidad.

Pero no de una idiocia pasajera, sino constitutiva. Ningún esfuerzo llevará al remedio. Conozco la anatomía de semejante mal, porque como ya dije, tengo un amigo idiota. Uno sólo. Ahora me estoy planteando seriamente si puedo con dos, si tengo que elegir, o si mando todo a la porra. Posiblemente no tenga posibilidad de elegir, y eso me facilitaría las cosas.

¿Puede un idiota conseguir el éxito y la felicidad? Sin duda. Es cuestión de tiempo. Es más, la posibilidad de lograrlo es proporcional al grado de idiotez. ¿Debe un idiota, por tanto, inspirarme compasión? Probablemente si. Tengo la virtud de hacer a los idiotas conscientes de su, digamos, peculiaridad, con lo cual actúan conmigo con una mezcla de curiosidad y rechazo. Y por ello se que en el proceso de aceptar su idiotez, una parte de ellos sufre y se ven limitados. Finalmente se disuelven las paredes del capullo y aparece un imago perfecto de idiota sin complejos.

Sólo me dejan una inmensa tristeza.