Ayer por la tarde estuve analizando algunas imágenes de microscopía por sondas con un compañero, absolutamente genial, al que ya llevo pegado tres años seguidos. En una de ellas se observaban cuatro puntos en las esquinas. Entonces me preguntó: "¿qué piensas que es eso?" y yo le contesté: "no lo sé, para mi que es ruido". Y concluyó: "nunca es ruido. El ruido es lo que llamamos a aquello que no entendemos".
Esas respuestas geniales con frecuencia conllevan análisis de registros de horas. Como era un entrenamiento, afortunadamente no fue el caso.
En 1982 yo estudiaba 8º de EGB. Mi libro de química decía que los átomos eran tan pequeños, que no se podían "ver" ni con el mejor microscopio. Aún distribuyo todos los años una fotocopia de esa página a mis alumnos. Ese mismo año se descubrió el microscopio de efecto túnel, que permitía resolución atómica de la topología de superficies sin necesidad de que la muestra fuera conductora.
En el año 1986 yo recibía por primera vez clases sobre lo que era el "efecto túnel". Sólo para comprender que ese microscopio sólo permitía muestras conductoras. Pero nuevamente ese mismo año se inventó el microscopio de fuerza atómica. El principio de este microscopio, como muestra la imagen que ilustra este post, es muy semejante al de leer en Braille.
La diversidad de los microscopios de sondas hoy en día es inagotable. Realmente se debe llegar a que cada investigador pueda desarrollar su propia modalidad, lo mismo que cuando apareció la histoquímica, cada investigador desarrollaba su propia tinción.
Aunque al principio se pensó que las fuerzas laterales y de cizalla, así como la necesidad de vacío impedirían la observación de muestras vivas, pronto se descubrió que no había necesidad de vacío y que las fuerzas laterales se podían compensar con anclajes, de los que cada día existen más y más ingeniosos protocolos.
Además, es posible observar células vivas, mirar dentro de ella y no sólo a su superficie, realizar analítica o mediciones de parámetros fisicoquímicos, registrar reacciones red-ox, procesos dinámicos, etc, etc... Y todo a nivel nanoscópico. Las posibilidades de esta nueva y poderosa tecnología son infinitas.
La posibilidad de medir potenciales transitorios y corrientes iónicas a esta escala, y correlacionarlos con variaciones en los patrones de expresión y funcionales nos dará una visión sorprendente que nos permitirá interpretar mejor los procesos celulares, y en especial, los que subyacen a las redes de regulación y a la fisiopatología del envejecimiento.
Nota: los cinco puntitos amarillos de la imagen tienen toda la pinta de ser un nanodot.
domingo, septiembre 12, 2010
Un recuerdo agradable: el poema del caroteno
Publicado por Gustavocarra en 4:30 p. m.
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