Dos amigas intuyeron el momento en que la hoguera tiene la virtud de conceder deseos. Uno de ellos se cumplía sólo por estar aquí, en mi tierra, escuchando fandanguillos con los grupos de dulzaina, y esperando a corear con ellos "el trébole".
Después de un medio año incómodo en que he tenido que asumir roles para los que no estoy preparado, ponerme cómodo en mi tierra e imaginarme así el resto de mi vida, como si esta noche no pasara nunca, me carga las pilas.
No soy un líder, nada hay de malo en reconocerlo. Cuando comencé a organizar Wikimedia España rápidamente busqué la forma de que otros asumieran ese papel. Sólo quiero tener un poco de tranquilidad para escribir mis artículos, esos que se desarrollan en cuatro meses y me dan tanto placer.
En cuanto al resto de los deseos, ya los he expresado en este blog. Son sencillos, modestos... En realidad me bastan unas pocas cosas para ser feliz, y ninguna de ellas es el dinero o la salud.
Mis mejores deseos a todos desde mi particular paraíso.
jueves, junio 24, 2010
El sabor de mi tierra
Publicado por Gustavocarra en 7:12 p. m.
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