E quando mi sento già stanco
sulla strada che va poco lontano
io il figlio di un padre qualunque
con le scarpe ma con poco coraggio
Francesco, mi sento già vecchio..
Francesco, de Angelo Branduardi
Hoy no puedo reprimirme las lágrimas. Como dije en otro post de este blog, la tarde anterior al día que hoy estoy recordando, viví sin duda, y de lejos, los momentos más felices que he tenido en los cuarenta años de mi vida. Me sacié de belleza y además estaba con la persona que amaba en el lugar más hermoso del mundo. Al día siguiente fui buscando a dos santos, uno de ellos vivo y sabio. El otro, muerto mucho tiempo atrás, pero se percibía reverberando en el aire.
Ambos santos y yo entramos en un lugar de tal belleza y recogimiento, que, aun no siendo creyente, me puse a orar delante de los huesos del segundo santo. Y le dirigí la siguiente plegaria:
por favor, haz feliz a la persona amada, aun cuando eso suponga el sacrificio de mi propia felicidad.
Y esa oración venía acompañada de la visión de que lo mejor, sin duda, era que nos abandonáramos. Y aunque el día anterior brilló el sol, en aquel momento comenzó a llover a raudales, una lluvia de otoño. Y mientras en la iglesia blanca paseaba la persona amada, el santo vivo y yo tuvimos un instante de intimidad, y yo le confesé que la persona amada y yo no volveríamos a vernos. Lo cierto es que si que nos vimos tiempo después. Y estaba muy deprimida. Y yo no creí ni una sola de las razones que me contó.
Volvimos cantando todos juntos "Via del Campo, de Fabrizio d'André", y después... más lluvia de otoño.
Francesco, mi sento già vecchio... Pero esta vez mi plegaria es que, si es posible, hazme feliz a mi también. Aquella persona amada ya no es la persona amada. Pero no veo la forma de ser feliz si no tengo su sonrisa en mi vida. Mi experiencia es que las cosas sólo se olvidan y restañan cuando únicamente queda el orgullo.
Y la prueba de ello es que hace tres días, dediqué algo maravilloso que he escrito, y que trata sobre una persona maravillosa a otra persona maravillosa de la que me siento enormemente orgulloso.
E così me ne vado da solo
sulla strada che sale ad Assisi
così solo da cercare ad ogni passo
la tua voce che ancora muove il grano...
Francesco uomo santo e felice.
Actualización
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