Greg: Todos somos patéticos: es lo que hace que las cosas sean interesantes...
Lydia: Estoy harta de que la vida sea interesante
Si, me dijiste que había pillado el gusto a eso de provocarte. Y era verdad: necesitaba hacerte enfadar, necesitaba hacerte daño, y eso me hacía sentir bien. ¿Sabes? Nunca jamás he sido mejor persona que cuando alquilé el coche para ir a verte. Nunca jamás he sido tan sincero y limpio, y nunca jamás he tenido ilusiones más nobles y un amor tan hermoso.
Todo lo que vino después fue inmoralidades que respondían a inmoralidades mayores. Errores que respondían a errores, precauciones innecesarias que causaron una escalada de desconfianza. Hoy me siento sucio, estratégico y amargado. Tal vez sea porque hoy deseo ver las cosas con compasión, o porque echo muchísimo de menos al Gustavo que fui por un breve plazo. O porque para recuperarme de su fracaso me he hecho irónico, desidioso, despiadado y profundamente misántropo.
Quiero reconocer este inmenso dolor y nostalgia que a penas puedo manejar. Porque aún me sigues importando. Pero también manifestar mi voluntad y férrea determinación de superarlo. Y sólo bajo esa clave es como se pueden leer algunas de las cosas que hago. Nada de valoraciones maniqueas. Nada de odio, ni resentimiento, ni análisis simplistas, ni culpa.
Volveré un día a pisar charcos. Y esta vez será la buena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario