La superstición es signo inequívoco de estrés e inseguridad. Admito que soy supersticioso y su derivación lógica. Por ello no me hago propósitos de año nuevo. Pero si que tengo algunos deseos, y esta vez, estaré atento a la estrategia oportuna para acercarme a su cumplimiento.
Uno: deseo ante todo que Tris sea fuerte y se haga valer. Su talla como persona es inconmensurable. Su valentía, sobrecogedora. Aunque tris siente veneración por mi y me despidió estas navidades con un tremendo "te quiero", que sin duda alguna siempre ha sido mutuo, y sabe que mi apoyo es incondicional, no até a tris en el pasado y no lo haré en el futuro. Me complace apuntalar sin agarrotar. Educo sin condicionar. El peor insulto que se me ha hecho este año ha sido no comprender esto cuando existía obligación de hacerlo por los dones recibidos y las pruebas aportadas. Jamás olvidaré tamaño insulto, y como en los asuntos de honor del siglo pasado, exijo una satisfacción. Me conformo con un duelo a primera sangre.
Dos: Voy a ser venenoso y certero. Basta de complejo de culpa: el que me busca, me encuentra. El que me hostilice, verá mis puñeteros colmillos. Tal vez debería mostrarlos más para auyentar a otras vívoras. Esos malditos depredadores huelen la debilidad. Pues bien, un par de destrozos bastará para mantenerlos a raya de mi y de mis protegidos. Sea.
Tres: Raúl, va por ti: Tengo el propósito de ser cada día más guapo. Es lo más sensato que se puede hacer.
Feliz año de las Puertas del Infierno.
Y felices "ascuas"
jueves, enero 07, 2010
Año nuevo, vida nueva
Publicado por Gustavocarra en 4:40 p. m.
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