Querida Tris:
Carezco de ardor guerrero. Me indigno, pero sabes que se me pasa. Es una debilidad, lo sé. Hildegard y la camisa "manchada" de Siegfried no tenían estas contingencias contempladas. Entonces... ¿Qué hago? ¿Masacro, ahora que tengo el momento propicio y estoy a tiempo?
Tris, sabes muy bien que pasa por mi. Nadie lo sabe como tú. Nadie.
He tenido una tarde terrible, Tris. Te amé... Fuimos mutuamente maestros... No me atrevo a preguntarte por no transladarte la responsabilidad pero te tengo como referente y pienso...
¿Qué debo hacer?
Si... ya lo sé. La camisa blanca... Nunca te ví tan bella, con aquel sombrero de paja que te regalé y tu peto jeans, paseando junto al aliviadero del viejo molino y hablando de Sigfrido y las debilidades...
Maldita sea, la camisa blanca :(
domingo, abril 10, 2011
Crimilda y la guerra
Publicado por Gustavocarra en 10:02 p. m.
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