En ediciones Linteo encontramos una edición de obras poco conocidas de Rilke: Poemas en prosa y una recopilación de dedicatorias. Para mi gusto, la traducción de Antonio Pau deja mucho que desear. Afortunadamente, la edición es Bilingüe, de modo que voy a remediar los desaguisados de Antoni haciendo mi propia traducción de algunos framentos de los "Esbozos de dos tardes de invierno".
Nada ha vuelto a ser tan bello. Entonces Yo era tan pequeño...
Era una atardecida. De improviso les apetecía danzar
y raudos enrollaron el viejo tapiz.
(Qué luz radiante baña aún todo aquello).
Y ella entonces danzó. Sólo a ella contemplábamos.
Y en ocasiones incluso la perdíamos,
porque su aroma se había transformado en el mundo,
y con él nos confundíamos. Yo era tan pequeño...
Pero ¿cuándo he crecido lo suficiente,
para enseñorearme de su perfume?
¿Cuándo para desligarme de ese indecible vínculo
y caer libre, como cae la piedra?
No: ¡aquello aún retiene su hermosura! Su floral aroma
en el gran salón que daba al jardín de aquél día.
Cómo se ha salvado. Nada le ha dado una respuesta contraria.
Qué mío es. Cosecha sin fin.
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Esta es mi heredad: que nos ha sobrevolado
la oportunidad de la dicha. No, ni siquiera eso,
Im-posibilidad, en realidad, sólo un barrunto,
que aquel verano, en aquel salón junto al jardín,
que aquellos minutos de inocente música,
eran inocentes, eran un puro engaño.
Cuando pienso en ti como adulta,
no como antaño, que era un crío asustadizo,
hoy, casi como un Dios en su gozo.
Si aquellas horas ya son indestructibles,
qué edifícios podría en nosotros alzar la vida,
en nosotros, hechos de aromas y luces.
domingo, mayo 23, 2010
Nada ha vuelto a ser tan bello
Publicado por Gustavocarra en 5:34 p. m.
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