ὅτε οὖν ἔλαβεν τὸ ὄξος εἶπεν· τετέλεσται, καὶ κλίνας τὴν κεφαλὴν παρέδωκεν τὸ πνεῦμα
Juan, 19:30
La expresión "como en los viejos tiempos" adquirió anoche toda su dimensión. Cine francés, diversión loca y desinhibida, miradas de envidia de quienes nos rodeaban. Toda. En la infinidad de encuentros, mis viejos amigos, en especial un queridísimo médico que vive en Valencia, insistían en que yo no había cambiado nada. Se referían a nada desde el año 1995. Se referían a nada físicamente también. Yo le susurré al oído que lo que sucede es que tengo un retrato guardado en un baúl. También dijeron lo mismo de ella. Finalmente, cuando nos despedimos, me quedé con la inquietud de repetir un movimiento cíclico, y apareció una veta de tristeza en mi semblante.
Se va, pero aún nos queda tiempo para un café, para volar sobre la puerta de Brandeburgo y escrutar a quienes protegemos.
Soy Geshemel. Traigo la vida a las tierras áridas y sedientas. Canto en los crepúsculos junto a mis compañeros. Mi soplo es brusco, húmedo y desapacible, pero tras él brota la vida.
Definitivamente me mudo, de Clarence Wing a Leibnizhaus.
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