No apartarse ni un instante del camino trazado. No ceder. El derecho a la obstinación. Eso lo aprendí mejor que tú, Tristram. Por amarga que sea la pírrica victoria. (y lo de victoria no va con segundas, Tristram). Por fin he aprendido a decir no. No, no, y mil veces no. Soy una roca y tengo derecho a resistir. Me lo he ganado. Es mi soldada. Y nada que ver contigo, Tristram. Bueno, si... pero muy, muy lejanamente.
¡ay de quien ponga a prueba mi dignidad! Se tenderá sobre esa infeliz alma el olvido y el arrepentimiento estéril. Soy una roca, y eso es lo que voy a ser para el resto de mi vida
viernes, marzo 13, 2009
Firmeza
Cantata de ocaso IV
Publicado por Gustavocarra en 7:41 p. m.
Etiquetas: derecho a la obstinación
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