Un buen amigo y yo, mientras escuchamos guitarreo del bueno, solemos emplear, como un cliché o muletilla "crepuscular". Y ahora todo parece uno de esos soles rojos interminables de septiembre que veía desde mi terraza en León cuando me dejaba alguna asignatura para no aburrirme en verano, y tal vez también para disfrutar de los atardeceres. Las luces del crepúsculo siempre han estado acompañadas de un coro de aves. Como ellas, tengo miedo, pero el cambio es inminente e inevitable. El compás de espera está a punto de concluir, y parece que el destino me ha rodeado de trinos que anuncian que el sol no sólo se pone o se levanta para mi. Traduzco la canción de Peter Park, en el recuerdo a quienes me han acompañado hasta aquí, a veces coincidiendo con suertes distintas, pero similares y sobre todo para a alguien muy especial, con quien tengo el privilegio de entenderme con muy pocas palabras. Aclaro que esta canción no tiene que ver con mi momento actual, pero tiene un sano toque épico y es muy crepuscular. Así que la disfruto.
El dormitorio en silencio,
poblado de historias inconclusas
que aguardan al humo delineando el aire,
un cuerpo inflamado de una moderada furia
y ahí es donde puedes hallarme.
Y yo no te ofrecía nada,
nada que rescatar que mereciera la pena
y tampoco pedí nada a cambio
para que te quedaras mañana
si este mundo aún cambia.
Si ahora pudiera detener mis sueños
y maldecir el cielo sobre mi
por todas las tempestades de abril y las gaviotas como rebaños
avanzando amontonadas,
habría un mundo para respirar
entre tú y yo,
y no me partiría el corazón
si me llamaras para decirme adiós.
Si de verdad te vas
no dejes nada a mi cuidado:
todo lo que tengo está roto
y su reparación queda lejos
yo no te ofrecio nada
ni te pedí nada a cambio
salvo que te quedes mañana conmigo
a ver como todo este mundo arde.
Pero ahora te vas de verdad
la noche rasga como uñas
empujando fuerte y rápido, llena
de tediosos agujeros en mis velas,
de modo que toma el camino mañana
a un mundo libre de preocupaciones
y tal vez una pequeña cantidad de verdad y mentira
de algún modo te encuentre allí.
miércoles, septiembre 17, 2008
Las letras de Nennius al final del camino
Publicado por Gustavocarra en 9:34 p. m.
Etiquetas: historias crepusclares
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2 comentarios:
releer tus entradas provoca en mí nostalgia de mentes perspicaces y conversaciones noctámbulas repletas de cariño añejo. No cambies nunca.
Oh, lalá. ¡Gracias a ti ya no se puede decir que este blog no lo lee ni mi prima! Jeje, como me captas... Me encanta cuando entro en el juego de sugerir e interpretar y recibo un eco como el tuyo. Slainthe Mhath!
Te puedo garantizar que hago considerables esfuerzos para no cambiar, aunque ello implique el dolor de actualizarse.
Del lugar donde estas, siempre me gustó la profundidad del cielo. Seguro que ya te has dado cuenta. Eso es lo que hemos ganado: docenas de miles de millones de constelaciones, aguardándonos mientras tendidos en un banco, o a la vera del río Castañares, lo único que nos importa es la rotación de la tierra. ¡Hemos recuperado Castañares, albricias!
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