Con un violín flamígero
arrástrame en una danza hasta tu belleza
en una danza a través del pánico
hasta que contigo esté salvo y repuesto,
Yérgueme como vara de olivo y sé para mi
la paloma que señala el sendero
que me retorne a casa.
arrástrame en tu danza hasta agotar el amor
arrástrame en tu danza hasta agotar el amor
Leonard Cohen
Hace tiempo tenía pendiente un artículo así. Siento este blog como una pequeña necesidad, que no verdad. Al final, lo que soy, lo que manifiesto se parece a un pequeño congreso en que las facciones se miran con suspicacia y mucho escepticismo, pero al final parecen estar de acuerdo. Tal vez siento debilidad por mi parte emocional, que es la que últimamente dejo actuar en menor medida, o procuro amagarla, o disimularla tras una densa capa de ironía. Mi lado emocional es otra de esas cosas que definitivamente no me creo. Y no es por que no lo haya intentado: incluso nos fuimos de viaje juntos, tratando de conocerme ante situaciones fuera del contexto habitual. Alguno de esos viajes para alucinados de los cátaros, alguna cascada de sincronicidades, vamos... quiero decir que trataba de saber si las emociones bien afinadas pueden proporcionarnos informaciones adicionales a las que tal vez no prestamos atención. Y no: las emociones están definitivamente para disfrutarlas, aunque hay que desgarrarse para no creérselas del todo. Y ya que tienen un papel tan de "grupo mixto" en mi vida (su papel fundamentalmente es incordiar y jamás tienen la última palabra) al menos voy a dejarlas hablar. Aunque exista un coro de serios parlamentarios detrás riéndose de los efectos de las riadas de hormonas que te hacen, por otra parte, sentirte tan bien. Abogo por un uso recreativo (no prescrito) de las emociones. Y solo alguna de ellas tiene para mi carta de naturaleza, puesto que es una madre de mi particular constitución: la gratitud. Creo que he revisado muchas de las entradas de este blog y la mayoría sino la totalidad de ellas son una forma de dar las gracias. últimamente me estoy enganchando a esta emoción porque me hace sentir puro y además, francamente bien. Así que... gracias.
Postdata: Las izquierdas y las derechas son sólo un diseño social decimonónico del que nos tenemos que deshacer ya. Ante los conocimientos de la psicología social basada en la neurociencia, se hace imperativo un cambio de paradigma en las ideas y en la sociedad si aspiramos a aplicar nuestra experiencia al objetivo de la mayor felicidad para el mayor número de personas. Entre tanto, si se entiende por comunista a una sociedad de personas libres (con derechos individuales inalienables) iguales e igualitarios (con las mismas oportunidades) y justos (con la sabiduría para emplear nuestros bienes para remediar nuestros males, que eso es la justicia) y con acceso universal y libre al conocimiento, sin interferencias contaminantes de los medios de cohesión social para hipnotizar vendiendo mercancías, ideas y estilos de vida que no necesitamos, si entendemos por comunismo una sociedad de personas dignas con ciertas garantías de supervivencia en el plazo del próximo medio siglo, entonces, si, Yo soy comunista.
Si se trata de folklores, cultos a la personalidad, tradiciones dinásticas de abuelos republicanos, pintillas y otras añagazas para ocultarnos el terrible vacío de la falta de identidad poniéndote las plumas y las pinturas de guerra de una tribu (podría ser cualquier tribu) y discursos que no entienden, ni demuestran, ni actualizan, ni propagan, ni cumplen y que sólo utilizan para causar más exclusión y dolor, entonces Yo no soy comunista. ¿Está claro?
1 comentario:
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