FIN de trilogía lusófila.
“Nunca amamos a ninguén. Amamos,
tan só, a idea que nos facemos de alguen.
É a un concepto noso –en suma, a nos mesmos-
ao que amamos” (F. Pessoa )
Quinientas micras de frágil cristal, en el deseo de estar detrás. Oculto en un lagar estrábico, fluyendo nublado por una mancha de vino, respirando palabras difíciles que no puedo arrebatar de su mena, que no puedo colgarme ni atesorar. Caminé con Cino da Pistoia mientras la toscana me susurraba "La dolce vista e'l bel guardo suave/ Angel di Deo simiglia in ciascun atto suave/Degno son io ch'io mora/Sì m'hai di forza e di valor distrutto".
Soy el perrillo ovillado que espía, que anhela, que mendiga. Pero no me saciaré de la mesa del amo, ni de su mano vacía, ni de su trémula voz: no. Sólo cuando pasea la mirada y me encuentra tendido, finalmente en un flanco y cruzo al otro lado de medio milímetro de cristalino enredándome en un punto ciego, donde aniquilarme dejando franco el paso a la plena luz. Es entonces cuando todo está bien, cuando todo es puro, cuando sé ya que puedo partir.
No te corrijas los ojos, porque he mirado por ellos, he llorado con ellos, y con ellos me resguardé de la lluvia y otras intemperies. Nada hay de errado en la pintura que velan, ningún trazo es menos fiel que lo que contemplas.
Pero si es preciso otra mirada, llevo copia de lo que hasta aquí me dejaron, por si fuera de venir algún rescate. Ahora que tan suavemente nos hemos llevado a la soledad, llena de días más nítidos, en los que seremos más verdad, escucha el final de la canción:
"Ensina-me a amar e arriscar,
a saber ser maior."
Nunca podré pagarte todo lo que has hecho por mi, toda la fuerza que he recibido, toda la suavidad y la ternura, mi dulce amiga.
domingo, octubre 14, 2007
Ficaremos sós, María (o porqué soy tan lusófilo)
Publicado por Gustavocarra en 4:43 a. m.
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